viernes, 1 de junio de 2007

Marilyn Monroe...

En la azotea del edificio más grande de la pequeña y bohemia ciudad de Los Andes, Marilyn Monroe, nos recibió con sus mejores pilchas.
Cuando llegó, sí, aunque no crean llegó, llamó totalmente, pero totalmente mi atención. La mina se manejaba, movía las caderas de una forma que ¡uy! Puta que era rica la huacha. Se sentó, me guiñó el ojo y me cagó. Baboso comencé a observarla. Me resultaba sorprendente que yo, un pendejo común y corriente, estuviera frente a la mujer que tantas veces fue musa inspiradora de momentos de autoplacer (ya saben a que me refiero, la gran y salvadora paja: masturbación para todos aquellos lectores vírgenes guiados, desde siempre, por el pulento) para muchos púberes en pleno proceso de “conocimiento sexual”.
Así, embobado y todo, comencé con mi humilde, pero cumplidora entrevista. Debo reconocer que con lo extasiado que estaba las preguntas salían solas. Muchas veces me aweoné y no logré, a veces, enfocar las pregunta. Sin embargo, la llevé a temas tan “profundos” que el Lucho Jara era una alpargata al lado mío.
-Un roncito – dije para familiarizarme con la mina.
-¿Sabes qué?, yo soy un poco más convencional, prefiero un vino bigoteao- respondió la mina- Si aunque no lo creas, los locos que me invitaban a salir no gastaban tanta plata. ¡Nunca tan patúa po huachito!
-Le traigo el vinito entonces perrita –respondí confianzudamente, más que mal el canchero siempre ha tenido buena suerte- Ya loquilla, empezaré con esta ronda de preguntas que, supongo, responderás con la pura y santísima verdad.
-Dale. Yo siempre me he caracterizado por ser una mina honesta, un poco caliente, pero con la verdad como lema.
-¡Chuas! La llevai en mala. Eris terrrrribllle de power.
-Obvio poh mi lindo, y eso que no me hay visto en acción.
-A versh, a versh mijita, pongámonos serios.
-No se enoje mi perri.

En ese momento me estaba cagando de miedo. No sabía como tratar a la Marilyn. Ella quería manejar la situación, pero yo, como el bacán que soy, logré encaminar la conversa.
-¿Cuál es el momento más emocionante de tu vida?
- Te cuento. El momento más movido fue cuando salí con el Yeremy. Me llevó a la piojera y ¡uf! Lo pasé terrible de bien. Entramos al localcito, uno bien pirulo, y comencé a tomarme unos buenos pencazos de vino.
-¿Por eso la fascinación con el vino?
-Nah, si yo desde lolita que le hice al navegado, al vino con melón. Me acuerdo que mi mami me llevaba pa la playa, comprábamos un meloncito y su wena caja de vino. Todas las tardes nos sentábamos a ver como mi papi asaltaba a las viejas con plata. Pero bueno, te estoy contando la historia poh, no me puedo ir por otro lado.
-Sigue guachita, con confianza.
-Ese día el Yeremy me desfloró, él fue el primero de muchos. Después de salir de la piojera nos fuimos al motel de la esquina. “Profundo” creo que se llamaba. Entramos y ¡mmmm! Ha sido el mejor revoltón. El loco sabía como jugar ¡Puta qué habilidoso!
-Pillina, pillina.
-Espérate si la historia sigue. Ese día el Yeremy había asaltado a un fiambre del barrio alto. Le robó la billetera al tata y salió corriendo. Lo que no pensamos nunca fue que nos toparíamos con el viejo afuera del motel, andaba con una Lola el pervertido.
-Puta la mala suerte poh amiga.
-Síiiii, el problema es que el caballero reconoció al chancho, así le decía yo al Yeremy. Llamó a los pacos y nos cagó. Los tortugas ninjas llegaron altoque, nos subieron arriba de la juanita y ¡pam! Terminé encerrada en la peni.
-Cuéntame eso ¿cómo fue?
-Sorry mijo, pero de eso si que no hablo. Yo, ante todo, cuido mi vida privada.
-¡Chuta! Disculpa por incomodarte.
- Son impases, te la perdono sólo si me servís otro vasito.
-No hay problema, te traigo el copetito altiro. Mozo, tráeme un bigoteao.
-Gracias mi vida, la pulenta te pasaste pa ser buen anfitrión.
-Lo sé, lo sé. Pero sigamos con las preguntas ¿Me puedes decir quién fue tu ejemplo a seguir.
- La Sor Teresa de Calcuta ¡puta que era buena la ñora esa! Ella es lo que yo siempre quise ser. Cuando chica soñé con ser monja, taba terrible metía con la iglesia, hasta que mi mami me cagó la vida. La muy desgraciada me mandó a trabajar. Comencé a salir y conocí el mundo de la noche. Me arrepiento tanto de haberle seguío la corriente a esa vieja.
-Pero no llore mamita.
-Me permitís un segundo. Tengo que ir al baño.
-Vaya, vaya no más.

Parece que la había cagado. No debí preguntar esas cosas. Se debe haber sentido incómoda y yo no quería que eso pasara. Cuando salga del baño le voy a pedir disculpas para que no se me cohíba la minita.
Pasaron los minutos y ella no volvía. Yo, aún, tenía ilusiones de que volviera. Una hora, dos horas y no pasaba nada. Fue así como me quedé dormido sobre la mesa.
Sentí como me sacudían la cabeza “volvió”, pensé. El problema es que no era la Marilyn la que me movía para seguir con la entrevista. Era mi mamá que a manotazos me despertaba para ir al colegio.
¡Puta que soy fracasado! Ni en los sueños logro lo que quiero.